Publicada el 13 de abril de 2012 en El Día de Cuenca y otros,
supongo.
Hasta esta semana.
Porque la propuesta de Esperanza Aguirre, negada por Rajoy, medio confirmada por Cospedal, ha sembrado una semilla de desánimo entre nosotros. Aguirre dice que, si deshacemos las autonomías, el Estado ahorrará cuarenta y ocho mil millones, que, pizcas pajas, son unos mil euros por cabeza. A estas alturas no sabemos si eso es mucho o poco y tampoco sabemos si se ahorraría una sola vez o se repetiría todos los años. Pero de un tiempo a esta parte, cualquier rumor que suena a no gastar tarda en convertirse en realidad menos de lo que tarda un colibrí en bostezar, así que en el equipo hay quien piensa que no nos va a dar tiempo a elegir las tapas de la publicación que queremos hacer. Me contarán ustedes quién va a publicar la versión definitiva de la Castilla-La Mancha Prerromana cuando Castilla-La Mancha ya no exista.
Dice el director del equipo -zorro viejo- que la cosa no va a ocurrir porque las autonomías crearon una nueva y numerosa clase política que no va a permitir de ningún modo quedarse sin su manera de ganarse las habichuelas, nos cueste a los demás lo que nos cueste. Pero a los demás miembros del equipo lo que nos preocupa de verdad es la cantidad de conocimiento que se ha creado en las últimas décadas que podría convertirse en conocimiento inútil, en papel mojado, en tiempo perdido, en nada: la Historia, la Literatura, la Sociología... la Ciencia de un buen puñado de territorios con indiscutible identidad propia transformada en basura intelectual. ¿Nos pasará eso a nosotros?
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