Publicada el 29 de enero de 2010 en El Día de Cuenca y otros, supongo.
Se cuenta que en cierta ocasión un rival
de Sócrates le sacudió un puñetazo que dio con el filósofo en el suelo. Al levantarse, el sabio dijo que su agresor acababa de demostrar la fortaleza de sus razones y, naturalmente, se negó a
devolver el golpe o a que un voluntario que había a su lado lo hiciera por él. Sabe usted que hace unos meses una madre trató de corregir a su hijo dándole un capón, un bofetón o quién sabe
si una hostia, cualquiera pudo ser. Se dice que el hijo tenía un trato áspero y la madre, desde luego, no había leído a Sócrates. La jueza (creo que era mujer) no tuvo en cuenta estas
circunstancias y le dio la razón al chico sin que se le pasase por la cabeza que estaba quitándole la autoridad a la madre, al padre y, seguramente, al resto de los adultos del mundo. Hoy es
el día en que los padres, que lloraban porque les devolvieran el hijo, lloran porque lo encierren en un correccional o en la Modelo de Barcelona, si acaso, pero que ellos no quieren vivir con
un déspota que no obedece, se droga, roba y cualquier día los apaliza a ellos, siendo tan poco lector de la vida de Sócrates como lo fue su madre. Quizás deberían pedir que se quede la jueza
con la joya para que lo eduque como ella sabe y, si no, que la Justicia en persona la condene a pagarles daños y perjuicios y, si no, por lo menos, que vaya a verlos y les pida
disculpas.
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