Publicada el 12 de febrero de 2010 en
El Día de Cuenca y otros, supongo.
Hemos entrado en la segunda parte del
partido y el equipo rival está cogiendo una ventaja sustancial. Cuando el equipo que juega en casa empieza a perder con cierta claridad siempre es por errores suyos y no por aciertos del
rival, porque el que juega fuera con destruir juego cumple con su papel. Lo extraño de este partido es que el visitante haya tardado tanto en ponerse por delante. Los comentaristas han dicho
repetidamente que pocas veces, a un forastero se le darán tantas ventajas en su visita al campo del líder y que sólo la inoperancia de los forasteros ha impedido que tomasen antes la
delantera. Lo normal es que las cosas no cambien ya y, si lo hacen, sea a peor del equipo propietario del terreno. A poca mala suerte que tengan en los próximos lances del juego, estaremos
antes de darnos cuenta en los minutos de la basura. Al capitán del equipo local sólo le queda la opción de pedir tiempo muerto por si después de un rato de descanso salen los jugadores con la
cabeza más fresca y juegan mejor. Lo malo y lo bueno de este deporte es que el tiempo muerto no interrumpe el partido sino que lo suspende y después de que se agote comienza un partido nuevo.
Cabe la posibilidad de que después del tiempo muerto,el partido nuevo se juegue en el campo del equipo contrario, pero es seguro es que será así si se juega el partido hasta el final. Seguro
que al público le interesa que haya un descanso, pero al presidente del gobierno también. Si espera al final de la legislatura, la goleada que va a encajar va a ser de escándalo.
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